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viernes, 2 de noviembre de 2012

No quiero ser sólo la mamá de Giulia


Otra vez ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí. La verdad a veces yo misma me sorprendo de cómo se me pasa el tiempo y cómo no logro encontrar un momento para sentarme a poner en papel las cosas que voy pensando cada día (¡porque tiempo para pensar felizmente si tengo!), mejor dicho, poner en Word, porque en papel lo pongo, en pequeños post its que tengo pegados en mi agenda para no olvidarme las cosas que no quiero dejar de compartir. Lo más curioso del asunto (y que no deja de sorprendernos tanto a mi como a Alberto) es que vivo ocupadísima, todo el día haciendo cosas, ¡y no trabajo!

El asunto con no trabajar -situación que no fue tanto mi directa elección sino más bien una consecuencia de otras decisiones previas, y de la que no me arrepiento si no, por el contrario, agradezco porque me va a permitir el privilegio de criar a mi hija a tiempo completo, es que trae ciertos “riesgos”. Como todo en la vida, el no trabajar, aún siendo un lujo, también tiene sus “problemas”. Por un lado está la eventual crisis (no) laboral (cada vez menos frecuente debo admitir) de “quiero trabajar”, “extraño el estrés de una oficina”, “hasta hace 4 años era una abogada corporativa (y hasta hace 2.5 una mujer trabajadora) con dinero propio y ahora no”, “tanto estudiar y ahora preocupada en cosas domésticas que hace unos años me hubieran dado risa”, etc.

Por otro está el riesgo de perder la perspectiva sobre lo sui generis y privilegiada de mi situación y de empezarme a creer que todo lo mucho o poco que hago ahora no lo podría hacer si trabajara cuando en realidad es lo que la mayoría de mujeres hace todos los días en todos lados del mundo (me refiero a las cosas “administrativas/importantes” que hago, obviamente, las cosas “sociales” y demás actividades y clases a las que me meto sólo las hago porque no trabajo y justamente porque no trabajo). Ya me ha pasado que me han preguntado “imagínate si hubieras podido hacer todo las cosas para la bebe si trabajaras”. ¡Claro que lo hubiera podido hacer! ¡Es lo que hacen todas las demás mujeres! ¡Es lo que han hecho todas mis amigas! Claro, seguramente hubiera sido un poco más complicado tomando en cuenta que no vivo en mi ciudad y que me cuesta más enterarme dónde se encuentran o venden determinadas cosas y si, seguro le hubiera dedicado menos tiempo a las cosas de la bebe (cosa que no necesariamente hubiera sido malo), pero de que lo hubiera podido hacer todo, lo hubiera hecho y Giulia hubiera tenido las mimas cosas que va a tener cuando llegue.

También está el tema de enfocarme mucho en cosas que en otras circunstancias ocuparían un porcentaje menor de mi tiempo. Y esta es la parte que me ha estado preocupando más últimamente. Aunque tengo muchas actividades diferentes, actividades que, además, me he esforzado en buscar para mi, en las que me he involucrado precisamente para crearme una vida rica y llena de cosas distintas ahora que no trabajo, con las que intento sacarle provecho al hecho de que puedo elegir con qué llenar mi tiempo y en que puedo invertirlo en cosas que de verdad me interesan (muchas son esas cosas que uno siempre quiso hacer pero que por falta de tiempo quizás no hace), cuando llega algo importante (¡y qué más importante que un embarazo!), si bien sigo con todo lo demás, este nuevo evento monopoliza mi tiempo, mi interés y, sobre todo –y esta es la parte que me preocupa- mi atención (y, como consecuencia, muchas veces mi tema de conversación).

Yo entiendo que es algo normal, que esto le pasa a todo el mundo y que algo tan novedoso como estar embarazada y tener un hijo es motivo más que suficiente para “zambullirse” en el tema, especialmente en el caso de mujeres como yo que nos gusta leer todo, enterarnos de todo (y que no sabíamos NADA o muy poco antes de que nos tocara a nosotras).  Pero el que lo entienda no hace que deje de preocuparme. ¿Cuántas veces no me he quejado yo, antes de tener el más mínimo interés en ser madre, de las mujeres que sólo hablaban de sus hijos? Yo no quiero ser una de ellas. Y estoy empezando a creer que quizás ellas tampoco querían, que no eran o son así de manera consciente/voluntaria.  Y lo preocupante es que veo MUY fácil el riesgo de convertirme en una (porque desde ya me cuesta mucho no hablar del embarazo todo el tiempo y no contarle a todo el mundo todas las cosas que he ido aprendiendo en estos meses). Es que claro,¿ qué más interesante que todo este mundo nuevo de la maternidad y de los niños para alguien que, como yo, lo está descubriendo todo por primera vez?  

Y aunque todavía no me he rodeado de muchas madres ni he sido testigo de primera mano de las interacciones entre madres de niños pequeños, ya algunas amigas mías que también son primerizas me han contado medio espantadas de experiencias con otras mamás que yo no quiero que me pasen. Yo no quiero estar tan centrada en Giulia que todas mis alegrías y logros dependan sólo de los de ella (que si levantó el cuello a los 2 meses y no a los 3, que si se rió antes que los demás, que si gateó primero o se paró antes) y que luego estos logros sean motivos de comparaciones y conflictos con otras mamás. Conozco mujeres que incluso han dejado de frecuentar a otras mamás (algunas que incluso eran amigas muy cercanas a ellas antes de tener sus propios bebes) sólo para no tener que escuchar comentarios “criticones” (“¿estás segura que tienes suficiente  leche? A mi me parece que tu hijito está muy chiquito, para mi que no te sale tanta”)  o comparaciones sobre sus hijos que les resultaban “ofensivas” (“¿Qué, ya tiene 4 meses y todavía no hace “X”?”). Yo quiero que mi hija sea lo primero en mi vida pero definitivamente no lo único, quiero mantener mis intereses y mis distintas actividades y tener más cosas de que hablar que de ella…y el no trabajar es un obstáculo en el camino para esto, te deja mucho tiempo libre para dedicarte a tu hija con el riesgo de que te dediques SÓLO a tu hija.

Por eso, luego de los meses iniciales de maternidad, cuando ya las cosas hayan adquirido una rutina y ya sea una mamá “experimentada”, pretendo continuar con mis actividades, seguir traduciendo y escribiendo para Expatclic, seguir con mis clases de francés, seguir ayudando en el club en el que participo y empezar (finalmente) a estudiar para coach, llenar mi vida con cosas como siempre he hecho, como si terminara mi descanso “post natal” y volviera a trabajar.  

Eso si, como me da miedo no poder hacerlo sola y dejarme llevar por la emoción de la maternidad, ya le he pedido a Alberto y a muchas amigas (y se los pido a aquellos de ustedes que me ven o hablan conmigo con frecuencia) que no me permitan convertirme en esas madres que yo tanto criticaba, que me avisen (pero bonito por favor) cuando empiece a dejar de ser la Moci de siempre, cuando me esté convirtiendo sólo en la “mamá de Giulia”.

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