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miércoles, 25 de julio de 2012

Poniéndome al día (Parte 2)


Otros de los eventos ocurridos en este tiempo de “silencio bloggero” fue la preparación (y realización) del baby shower. Giulia y yo nos fuimos a Lima y durante varios días nos internamos en la casa de mis papás preparando todo para su primera fiesta. Sólo quiero que Giulia sepa que fue un día lindísimo (de hecho fue uno de los dos únicos días de sol que hubieron en los 14 días que estuve en Perú) y que todo fue preparado con mucho cariño por sus abuelos, su tío Julio (y de paso Gabriel y Carlos), sus tíos Pocho y Pocha, su bisabuela Mora y su mamá (y también su tía Martha que colaboró con la preparación de pompones). Los recuerditos fueron un regalo de Carol y fueron muy apreciados por todos, sobre todo por los niños asistentes que se comieron muy contentos los marshmellows que estaban adentro. Yo descubrí que cierta habilidad para las manualidades tengo, tampoco tanta (como si la tienen mi mamá y mi hermano), pero si alguito. Al menos los topiarios de cintas que eran mi tarea me quedaron lindos (tengo que decir que tampoco eran tan difíciles). Así que, que no les extrañe que hayan topiarios en el próximo cuarto de Giulia.


Giulia hizo una tímida aparición ese día, de no tener nada de panza (o casi nada), ese día pase a tener un poquito más.  Cierto es que la selección del vestuario no fue casual y a propósito me puse algo que hiciera que se note más el embarazo…pero igual, antes del 30 de Junio no se notaba NADA y ese día se notó algo. Giulia sabía que era una fiesta en su honor.

Luego de llegada de vuelta a Budapest, llena de regalos y cositas lindas que compré, me apareció un nuevo motivo de estrés…si, es la de nunca acabar esto de los traumas y los estreses (a mi me habían dicho que me la iba a pasar el embarazo con pánico pero no, yo no estoy asustada por el parto –todavía-, ni por la llegada de Giulia –todavía-, a mí sólo me vienen agobios y estreses felizmente pasajeros). Mi nuevo motivo de estrés era la parte logística de todo esto.

Todo empezó cuando mi querida amiga Jessica, organizadora de otro baby shower, me dijo que estaba empezando a pensar en el asunto y en la organización y me preguntó qué necesito (para que vaya viendo si aquí existen las listas de bebés o para que, en todo caso, haga una lista yo y se la dé). Ahí me di cuenta que NO TENÍA idea de qué necesito. Yo ya tenía la sospecha de que no tenía idea pero antes del baby shower de Lima, siempre que me preguntaban qué me faltada me bastaba con responder “necesito todo porque no tengo nada”  pero la verdad es que no era muy consciente de qué era TODO, sólo estaba plenamente segura de que no tenía NADA. Por alguna razón pensé que luego del baby shower de Lima sabría que necesitaba…pero no, seguía igual de perdida con respecto a lo que necesita un bebe (de hecho, descubrí luego de ver la ropita tan linda que nos regalaron que ni siquiera tenía idea de cómo se vestía a un bebe, quiero decir, qué cosas se le ponen y en qué orden ni cuántas veces se les tiene que cambiar en el día). Lo que sí, aprendí que se necesitan colchas, baberos, babitas, medias, toallas y un montón de cosas que ya tengo porque me las regalaron, pero seguía sin saber sobre todas las cosas que NO TENGO.

Los que me conocen, saben que yo soy la reina de la organización, de la logística y que me encanta hacer listas y cuadros comparativos de TODO en Excel. Esta vez no tenía ni media lista, ni medio cuadro de nada en ninguna parte…y una de las razones básicas era porque no sabía qué poner en mi lista. Una “no madre” no se da cuenta (o al menos no del todo) de la cantidad de cosas en las que hay que pensar ante la llegada de un hijo. Hay un montón de información que procesar, no sólo por el hecho mismo de estar trayendo un hijo al mundo y de estar llevándolo dentro y de todos los cambio físicos, hormonales y de todo tipo que se van dando y que se vienen en el futuro sino que incluso en las cosas más básicas y mundanas hay miles de cosas que tomar en cuenta. Miles de artefactos y chucherías que se necesitan (sin contar que descubrir qué es lo que en verdad se necesita es otro tema porque el mercado te quiere hacer creer que necesitas todo), algunos de los cuales al final también dependen del tipo de madre que quieres ser (por ejemplo de cuál sea tu plan con respecto a la lactancia) y que, por lo tanto, te obligan a pensar también en eso. Es todo un mundo nuevo para quienes no hemos tenido tanto contacto con bebes (en mi caso, hasta había ido no hace mucho a acompañar a una amiga húngara a comprar las últimas cositas que le faltaban antes del nacimiento de su hija, y si, cuando salí de las tienda salí medio traumada con la cantidad de cosas que había que se necesitan pero nunca procesé…hasta que no te toca ser tú la que tiene que comprar como que no procesas…al menos yo no lo hice hasta ahora).

Además, mientras me agobiaba por la lista, me vino también a la mente que hay varios temas que tengo que empezar a discutir con mi médico y que hasta ahora no había tocado (cosas como asegurarme que el hospital en el que voy a dar a luz es el que yo creo, preguntarle si me van a dejar tener a Giulia en el pecho inmediatamente luego del parto, averiguar sobre las opciones de almacenamiento de la sangre del cordón umbilical por si lo hacemos, preguntar sobre las clases prenatales, etc.) y que la fecha para mi posible mudanza se acerca y no habíamos buscado departamento nuevo ni coordinado con la oficina de Alberto. Y así me empecé a acordar de varias cosas más que tenía que hacer y que no había hecho o empezado a pensar si quiera. Y me agobié. Yo que suelo ser bien calma y todo lo soluciono con mis listas, simplemente me agobié. Todo me parecía complicado, ya no quería ni mudarme, ya no quería nada. Una vez más, las hormonas en acción.

Felizmente el agobio me duró poco y, como me dijo mi mamá que pasaría, me calmé, creé mi archivo de Excel y empecé con mis listas. La lista de las cosas de la bebe fue lo más fácil obviamente. A mi auxilio llegaron el file de Excel de una amiga peruana que fue madre no hace mucho aquí en Budapest (file que de hecho ya tenía desde hace meses pero como que no le estaba haciendo caso, primero porque veía lejano lo de tener que preocuparme por esas cosas y luego porque estaba tan agobiada que no me daban ni ganas de solucionar mi agobio…típico de cuando una tiene mil cosas que hacer y se estresa tanto que al final no hace ninguna), mi amiga Gladys de Lima (¡Gracias Gladys!) y obviamente internet. Ya tengo mi lista hecha y ahora que sólo tengo que comprarme lo que me falta estoy mucho más tranquila. ¡Check!

El tema de la búsqueda de casa también lo solucioné relativamente fácil. Aún no tengo casa nueva pero la verdad bastaba con mandar un par de correos electrónicos para que todo empiece a moverse y ya tenemos un candidato bastante fuerte. Así que si la mudanza se da, ya tengo presupuesto para que me ayuden a empacar y desempacar (normalmente lo haría yo pero si me pasa lo que me pasó cuando desempaqué cuando llegamos, que de emocionada quise tener mi casa lista en un día y luego no me pude mover una semana del dolor de cintura, creo que me muero…o Alberto me mata), potencial departamento nuevo, y algunas posibles opciones más en el camino. ¡Check!

Quedaba (y medio que sigue quedando) el tema del médico y lo relacionado al parto. Ahí también me di cuenta que ni siquiera sabía qué es lo que tenía que preguntar respecto al parto. Yo había leído en muchos lados lo del plan de parto y veía que muchas mujeres tienen bastante claro cómo quieren que sea su parto (con un detalle realmente sorprendente), yo no tenía idea. A mí me preocupaba sólo que pongan a Giulia en mi pecho apenas nazca, antes de limpiarla siquiera, que haya epidural a la mano por si decido usarla y que no usen fórceps porque me dan miedo. Luego de eso, para mí la cosa era bien simple: me venían los dolores, iba al hospital y luego de algunas (pocas, esperemos) horas tenía a mi hijita conmigo. Para ayudarme con este tema apareció mi profesora de yoga prenatal, ella me dijo un montón de las cosas que uno puede pedir, que debe averiguar si se pueden hacer en el hospital al que yo voy a ir, etc. Ahora la tengo un poco más clara, aún no se si todo lo que ella me dijo es importante para mí pero si estoy más convencida que nunca de la importancia de lo que estoy aprendiendo en mi clase de yoga. Aunque a este punto todavía no le puedo poner “check” porque es “work in progress” y lo será hasta el último momento supongo pero si estoy más tranquila porque ya sé más o menos por qué camino debo de andar, qué es lo que debo averiguar y ya empecé a hacer una lista y a leer algunas cosas que me están aclarando el panorama respecto al parto (¿ustedes sabía que existía una posición óptima para el feto al momento del parto (más allá de que esté de cabeza)? Pues yo no y ahora ya sé y sé también como ayudar para lograrla y tener un parto corto) y respecto a cómo hacerlo una linda experiencia y no un episodio traumático. ¡Casi check!

Para terminar, les cuento que exactamente el día que cumplí 19 semanas, sentí por primera vez a Giulia en mi panza. No fueron pataditas sino burbujas, como si fueran gases (si, ya se, bien poco romántico) y debo decir que luego si sentí como dos suaves empujones (que Alberto también sintió porque aunque eran la 1:30 de la mañana lo desperté para que sintiera y estar segura que no eran ideas mías y que no me lo estaba inventando). Luego de eso la he sentido algunas veces más, pero casi siempre como burbujas, cosa que es normal a estas alturas y más normal aún teniendo placenta anterior, como es mi caso. Así que estoy esperando ansiosa que se haga más presente…espero sentirla más ahora que oficialmente estamos ya a mitad de camino.  


martes, 24 de julio de 2012

Poniéndome al día (Parte 1)

Muchas cosas han pasado desde la última vez que escribí, incluyendo muchas sensaciones nuevas, preocupaciones, alegrías. La idea hubiera sido hacer un post para cada uno de estos eventos pero entre visitas, preparativos para viajes, viajes, baby shower, jetlag, colapso de lap top, más preparativos para viajes, entre otros, ha sido imposible sentarme a escribir como hubiera querido.

Aunque trataré de ir en orden cronológico (o al menos en algún tipo de orden lógico), hay un suceso que merece ser destacado sin importar el momento en que sucedió: ¡¡¡Es una niña!!!! ¡¡¡Y se llamará Giulia, Giulia Monguzzi Ferradas!!! (¡Qué emocionante! Es la primera vez que digo, escribo y/o leo su nombre completo!)

La noticia del sexo de Giulia vino un poco de sorpresa…aunque en realidad un poco menos de sorpresa de lo que pudo haber sido de no haber tenido una ecografía en la semana 16. Pero vamos por partes y cucharadas.

Creo que en algún momento, en algún post, les había comentado que yo creía que Giulia era en verdad Adriano (así se hubiera llamado de haber sido niño), desde el principio me refería a ella como si fuera él, mi supuesto instinto se sentía aún más seguro porque todo el mundo me decía que era hombre (desde mi abuela que la soñó hombre, pasando por el calendario chino, hasta las amigas y tías/os que tenían cuchumil teorías sobre que si se ve como hombre en la ecografía –en la que yo con las justas le veía forma humana-, que si está muy formado y los niños se forman más rápido, que si se mueve mucho es hombre y así), incluyendo mi doctor que en la ecografía de la semana 12 donde los médicos pueden -con cierto grado de certeza- determinar el sexo del bebe (digo cierto grado porque a esas alturas del embarazo los genitales femeninos y masculinos se parecen mucho) me dijo que le parecía un niño.

La cosa es que saber que no era Adriano sino Giulia me dejó un poco sin piso. Como si de arranque me dijeran (aunque quizás debería decir “recordaran” porque yo siempre he sabido que mi supuesto sexto sentido femenino nunca ha sido muy preciso que digamos) que mi instinto maternal –que seguro deriva del instinto femenino- no está aún calibrado (o de plano no existe). En mi defensa (o de mi instinto/sexto sentido) debo decir que durante todo este tiempo siempre me pregunté (y tengo testigos) si mi idea de que era hombre era realmente por instinto maternal o simplemente por un tema lingüístico (viviendo en un país en el que no sólo no hablan mi lengua madre sino que además hablan húngaro –lengua dificilísima de aprender- comprenderán que paso mis días hablando inglés y como “bebé” en español es masculino, siempre tenía en la cabeza decir “he” en vez de “it” que hubiera sido lo correcto y “he” terminó pasando al español como “él” y así Giulia se convirtió en mi cerebro en Adriano).

Debo ser sincera y decir que he tenido que procesar que Giulia es Giulia (no te resientas hijita). El proceso me ha tomado unos días pero el impase ya ha sido superado con éxito. Como todo, el asuntó pasó por un tema de expectativas, en mi cerebro era un niño…y no sólo eso, de chica yo siempre pensaba que hubiera sido lindo tener un hermano mayor (con la idea de que me cuide…aunque luego descubrí que no importa quién sea mayor, ni qué tanta diferencia de edad haya, un hermano siempre te cuida) y por eso siempre dije que me gustaría tener un niño primero y una niña después. Junto con eso estaba también el punto de pensar (y sigo pensando) que, de alguna manera, los niños son más fáciles que las niñas (pero más aburridos para vestir, ¡eso si!) y que como madre primeriza mejor agarraba práctica con un niño antes de tener un niña. Pero bueno, el shock no fue nada grave, nada que unas cuantas vueltas por tiendas de ropa de niña no pudieran resolver (compras incluidas claro está).

Ahora vuelvo a la ya mencionada ecografía de la semana 16 que hizo que la sorpresa (y, por lo tanto el shock) de saber que Giulia era Giulia fuera menor de lo que hubiera podido ser. Antes de viajar a Lima, o sea el 25 de Junio, Giulia y yo teníamos una cita con el médico, ecografía incluida (como todas las citas con el médico que tengo), y yo tenía la esperanza de que pudiéramos saber qué era el bebe. A pesar de los consejos de mi madre, yo muy segura de que mi hija es una deportista natural y de que estaría haciendo su rutina matutina de ejercicios como la última vez, no comí chocolate antes de la cita para promover que se moviera por el exceso de azúcar. ¿Qué fue lo que pasó? Pues justamente que no se movió. ¡NADA! Conclusión, además de atravesar por unos segundos de pánico -hasta que el doctor me hizo escuchar sus latidos- porque ya me había hecho a la idea de verla saltar como loca (otra vez, yo y mis expectativas), no pude saber en ese momento si era niño o niña (y la premura radicaba en que todo el mundo en Lima quería saber antes de ir al baby shower y, claro, en que yo ya no me aguantaba las ganas tampoco). No sólo eso, sino que cuando le pregunté al doctor si él podía ver algo, me dijo que no y me preguntó si quería saber qué creía. Yo bien contenta le dije “claro, un niño, no?” y me dijo que no, que, él creía que podía ser una niña porque de perfil no lograba verle los testículos: ¡PLOP! Primer momento de trauma/shock (que al menos sirvió para ir haciéndome a la idea).

Por otro lado, para completar mis traumas del día (traumas total y completamente irracionales, lo sé) Giulia estaba como parece es su costumbre, parada y no echada y, para colmo, ya no era tamaño extra large como había sido hasta la ecografía anterior, ahora era promedio (o hasta mas chica del promedio). ¿Cómo se que era más chica del promedio? Porque obviamente mi súper libro y mi aplicación del Ipod lo decían. Cabe precisar que el doctor estaba felicísimo con la bebe y me había dicho que estaba todo perfecto, de tamaño normal, etc…. pero a mí sólo me importaba que no medía 11cm como debía sino 10.67cm.

Salí de la consulta y llamé a Alberto que estaba en el aeropuerto de Milán a punto de tomar su vuelo para regresar a Budapest. Como él me conoce muy bien, inmediatamente sacó que tenía algo y, claro, lo asusté…porque quién se va a imaginar que alguien con dos dedos de frente va a estar nerviosa porque no vió el sexo de su bebe, porque el bebe está parado y no echado y/o porque resulta que tiene 0.23cm menos de lo que debería de tener. NADIE.

Felizmente salí de mi cita a encontrarme con dos amigas que me distrajeron un buen rato (¡gracias Magaly y Katty!) pero ni bien llegué a la casa, por alguna extraña razón, me puse a llorar. En ese momento, el hecho que Giulia no se hubiera movido como antes y que estuviera parada me ponía muy ansiosa, no sé por qué, como si me diera la impresión de que no descansa y está incómoda (¿?). Yo sabía perfectamente que era normal y no quería preguntarle al médico porque no me gusta hacer preguntas estúpidas, y más que estúpidas -porque no hay pregunta estúpida-, no me gusta hacer preguntas de las que yo misma se la respuesta: el bebe tiene mucho espacio en el saco y se mueve y da volantines todo el día y ha sido pura coincidencia que esté parado así, seguro en otros momentos del día está echado (finalmente, cuando Alberto llegó y me puse a llorar otra vez, no me aguanté y le escribí a la enfermera y me dio justamente esa explicación).

Por otro lado, el que ya no fuera el bebe más grande del universo también me ponía nerviosa. ¿Por qué ya no es tan grande? ¿Será que no la estoy alimentando bien? Una vez más, mi preocupación era completamente irracional. Primero que los fetos no crecen al mismo ritmo todas las semanas (lo más probable era que si le hacíamos una siguiente ecografía una o más semanas después otra vez sería más larga del promedio, cosa que además ocurrió) y segundo que ¿quién dice que los bebes más saludables son los más grandes? Alberto, que mide dos metros, nació pesando menos de 3 kilos y midiendo menos de 50cm. No hay relación necesariamente entre el tamaño/peso del nacimiento (o, el de la panza) con el tamaño que el bebe vaya a tener cuando nazca y crezca. Pero uno tiene esa idea en la cabeza de que mientras más grande, más saludable y fuerte, y yo la aplicaba también al pobre bebe en mi panza. En ese momento, aunque si era 100% consciente de la irracionalidad de mis traumas, seguía igualmente traumada…y me sabía todas las explicaciones que contrarrestaban mis preocupaciones, no era que me las había olvidado, las sabía una a una pero igual lloraba. Lloraba porque siendo yo la que tiene a Giulia adentro, es difícil no sentirse responsable por cualquier cosa que le pase o le deje de pasar (en este caso crecer) y, porque estando tan pendiente de lo que como y de no engordar más de lo justo y necesario, me sentí culpable de estar “matando de hambre” a mi hija (cosa también poco probable porque normalmente los bebes se alimentan de la madre y le quitan todo a ella, así que si me estaba faltando comida es más probable que sea yo la que se esté descalcificando y debilitando –cosa que no ha pasado por si acaso-  a que sea Giulia la que no se esté alimentando).

Sobre esto quiero mencionar el hecho que Alberto, a diferencia mía, no tiene expectativas nunca cuando tenemos una cita, sobre nada, no las tenía sobre el sexo del bebe ni las tiene jamás sobre sus medidas porque no lee como leo yo (y eso que leo bastante menos de lo que hubiera pronosticado) y, por lo tanto, él en ningún momento sufrió ningún shock…él siempre se alegra, le basta con saber que Giulia y yo estamos bien (y por lo general siempre pregunta primero si yo estoy bien…al menos por ahora) para estar contento y tranquilo.